miércoles, 21 de noviembre de 2007

Internet y periodismo social

Internet, motor del Periodismo Social
15.11.07 11:50. Archivado en periodismo
(PD).- "Los medios de comunicación tradicionales se enfrentan a una nueva realidad", un fenómeno acrecentado por la aparición de los "medios sociales". Gracias a los blogs, las redes sociales, los wiki, y en definitiva lo que se denomina la web 2.0, el internauta deja de comportarse de comportarse como un ser pasivo para convertirse en sujeto activo. Todos estos temas se están tratando en el congreso de "Periodismo Social" organizado por Caja España en Tordesillas.
A las diez de la mañana Francisco Javier Ajenjo Sebastián, Director General Adjunto de Caja España, daba la bienvenida a los asistentes a la jornada de Periodismo Social. Según ha dicho Ajenjo, el objetivo es
"Dar a conocer las novedades en la líea del Periodismo Social, una corriente que propone abordar los temas que aparecen en los medios de comunicación desde una perspectiva social, es decir, sumando a las tradicionales fuentes políticas y económicas la voz de los colectivos ciudadanos, ONG´s, asociaciones, etc."
Esta jornada, organizada por la Obra Social de Caja España, "quiere profundizar en un tipo de periodismo cercano a la ciudadanía, comprometido con la realidad y consciente de su capacidad de influencia".
El momento más emocionante de la mañana ha llegado a las 12:40, cuando Galo Senovilla, Jefe de Comunicacion de Caja España, ha anunciado que el enorme cuadro -situado en la parte posterior del salon del Parador de Tordesillas, donde se realiza la jornada- será troceado y darán a cada uno de los asistentes un fragmento: ha sido hecho por seis discapacitados psiquicos, que han entrado en el salon en ese momento recibiendo un caluroso aplauso de los asistentes al acto.
Entre otros puntos interesantes del programa, la jornada tiene prevista una mesa redonda que, bajo el nombre de "¿Interesa a los medios de comunicación la información social?", ha contado con las voces de José Manuel González Huesa, Director General de Servimedia, Miguel Ángel Rodríguez, del Departamento de Comunicación de Cruz Roja España, y José Luis Fernández Iglesias, periodista de la Cadena SER.
Tras una pausa, otra mesa redonda centrará las conferencias en la Red. "Internet y Periodismo Social. El ciudadano toma la palabra". Ahí debatirán Alberto Castillo Badal, Subdirector de Solidaridad Digital, Alfonso Rojo, Director de Periodista Digital, y Pedro Domínguez Sorio, Responsable web de Médicos sin Fronteras.
La clausura correrá a cargo de César Antón Beltrán, Consejero de Familia e Igualdad de Oportunidades, y José Manuel Fernández Corral, Director de Obra Social de Caja España.
Así concluirán unas jornadas que quieren "concienciar y sensibilizar a los profesionales de los medios de comunicación sobre la importancia de este tipo de periodismo, comprometido con la ciudadanía".

martes, 11 de septiembre de 2007

Colores, aromas y bolets

Los bosques se han vestido ya con las mejores galas para recibir al invierno. La naturaleza está ahora más exuberante que nunca, ideal para disfrutarla al máximo aprovechando sus ricos frutos, como por ejemplo las setas, o disfrutando de su variada gama de colores y de perfumes otoñales que difícilmente pueden pasar desapercibidos para el buen observador. Les aseguro que no hay otra actividad tan sana y relajante como la de adentrarse en alguno de los muchos bosques de robles, encinas, hayas o pinos que abundan en las comarcas de montaña y caminar campo a través, sin prisas y sin rumbo determinado, entre la frondosa vegetación hasta perder la noción del tiempo y alcanzar el grado de libertad de un animal salvaje, aunque cada vez resulta más difícil encontrar compañía en los espacios rurales debido al furtivismo y al abuso irracional de la caza autorizada.
El bosque, como la calle, es para las personas una buena universidad en la que pueden aprenderse muchos de los secretos de la vida. Los colores, los aromas y los silencios hablan constantemente un lenguaje escatológico que hay que saber interpretar como lo hacen los hombres del campo. En las últimas semanas he tenido la oportunidad de pasarme muchas horas caminando en solitario por los bosques del Montsec y reconozco que he aprendido muchas cosas que antes no sabía, especialmente a observar a los animales, a admirar la fauna, a conocer las propiedades de algunas plantas medicinales y a distinguir las setas comestibles de las venenosas. El bosque nos enseña a sobrevivir y a prescindir de lo superfluo.
Nadie podrá negar que no sea cultura conocer cada una de las plantas que crecen en el campo y las aplicaciones terapéuticas que pueden tener. Nunca he sido amigo de los fármacos y cada vez me apasiona más la medicina popular y tradicional. Todos deberíamos saber que productos y plantas tan comunes en nuestro entorno como el ajo, la albahaca, la amapola, el boj, la manzanilla, la cebolla, la col, el enebro, el espliego, el eucalipto, el hinojo, la grama, la higuera, el maíz, el nogal, el olivo, el olmo, la ortiga, el romero, la rosa, el saúco, el té, el tomillo, la miel, el tomate o la zarza no están de mero adorno, sino que pueden tener aplicaciones terapéuticas en casos de problemas gástricos, renales, reumáticos, torceduras, insomnio, otitis, conjuntivitis, malas digestiones, infecciones intestinales, granos cutáneos, quemaduras, hipertensión, estreñimiento, lumbalgia, circulación sanguínea, catarros, verrugas, tos o anginas. La lista podría ampliarse de tal manera que si todos estos remedios caseros se reduciría el déficit de la sanidad pública, pero eso parece no interesar al Gobierno y a la industria farmacéutica.
Entre los frutos más atractivos del bosque están, sin duda, los hongos. Esta ha sido una buena temporada para los buscadores de setas, ese manjar exquisito que surge milagrosamente de la tierra para deleitar al paladar y enriquecer la cultura gastronómica. La recogida de setas se ha convertido en una actividad turística y comercial que corre el peligro de masificarse en determinados momentos, lo cual es perjudicial para la integridad de los bosques. No es bueno que los montes se conviertan los fines de semana en algo parecido a la calle Mayor y que se llenen de buscadores inexpertos, verdaderos depredadores del paisaje, que a su paso dejan el suelo irreconocible. En España hay poca cultura ecológica y poco control sobre los buscadores de setas o los cazadores, convertidos en muchos casos en exterminadores de la flora y fauna. Debería hacerse más pedagogía de la seta y en esa línea es un acierto la edición de la obra “Bolets de les Terres de Lleida”, donde se recogen más de 200 especies -comestibles y tóxicacs- que se pueden encontrar en nuestros bosques. en el campus universitario de Teruel cada lunes los expertos asesoran a los recolectores de fin de semana. Un buen sistema para aclarar las dudas y evitarse sorpresas desagradables.

Bajo el viejo cedro d'Àger

Son las 23.30 horas del 21 de agosto del 2002. La referencia horaria no tendría nada de particular si no fuera porque, por primera vez, escribo La Rambla a la luz de la luna debajo de uno de los tres viejos cedros del jardín. Si no es luna llena poco le falta, tengo el astro a mis espaldas, exuberante, iluminando la noche y el teclado del portátil. La emoción es tan grande que me cuesta concentrarme. Tengo música de fondo y no es clásica ni pop ni blues. Más bien suena a tecno monegrino. Un monótono concierto de grillos ha sustituido al canto coral de las cigarras que me ha acompañado durante la siesta. De todas formas es una música agradable y relajante. Utilizando el lenguaje juvenil diría que es alucinante. A estas horas de la noche hace fresco en Áger -algo que siempre es de agradecer a estas alturas de verano- y casi apetece ponerse un jersey. No me negarán que con esta ambientación resulta complicado encontrar el punto de inspiración necesario para continuar el artículo, pero el deber empuja más que la quietud de la noche.
Este agosto está siendo un mes espléndido para quienes no nos gusta la playa. No siempre se puede dormir en verano con pijama de invierno. Lo siento por los que viven del turismo de masas, de la sangría y del pollo con patatas, pero ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. Este año el tiempo me ha favorecido. La temperatura es idílica. El escenario, virgiliano. ¿Qué más se puede pedir después de tres semanas de relajación total al abrigo del bíblico Montsec? He dicho bíblico porque nadie ha impugnado aún la ancestral leyenda que dice que fue aquí donde se posó el arca de Noé cuando descendió el nivel del agua tras el diluvio universal. Muchas veces, cuando miro ensimismado hacia la cima de este mítico monte, creo que estoy ante el auténtico Ararat. Tal vez es por la diversidad de animales que abundan por sus contornos esculpidos en sedimentos de la era secundaria. Algunos ejemplares son mis vecinos. Convivo con desvergonzados gorriones, mariposas, hormigas, garzas, jilgueros y con un loro descarriado que se ha vuelto loco tras perder a su compañera en extrañas circunstancias. Hoy mismo he tenido que desalojar a un descomunal sapo que pretendía ocupar el jardín. Otro día el intruso fue una serpiente verde de casi dos metros(Malpolon monspessulanus), que ya tengo fichada en mi álbum de fotos. Nunca había visto una culebra tan grande.
Llevo tres semanas prácticamente desconectado del mundo y no me da vergüenza confesarlo. Nunca pensé que fuera tan fácil vivir al margen del fenómeno global que nos domina en el devenir cotidiano. Lo primero que hice al llegar a Áger fue desprenderme del reloj, aunque no he conseguido que el tiempo pase más lentamente. Otro hábito que recomiendo a mis colegas de profesión es ver poco la tele, aparcar el móbil y leer la prensa al atardecer, cuando muchas de las noticias ya han caducado. Les aseguro que se vive con otro ritmo. Josep Pla dejó escrito que “la Vall és un paradís llunyà i remot, que gaudeix d’una pau divina” y yo lo suscribo. Hoy estoy algo desencantado porque una caminata hasta el Port d’Àger me ha permitido comprobar el estado de abandono en que se encuentran los restos de la antigua calzada romana que llegaba hasta Balaguer. A estas alturas es una indecencia política y cultural que no se haga ningún esfuerzo por recuperar y proteger un patrimonio tan valioso como este, sobre todo cuando desde otras instancias se intenta que la Unesco declare el congosto de Mont-rebei patrimonio de la humanidad. Hace un año las excavadoras destruyeron restos de una necrópolis paleocristiana excavada en un campo contiguo al cementerio de Àger. La primera autoridad local no sólo justificó la actuación por la necesidad de ampliar un camino sino que tuvo la desfachatez de afirmar que los restos se conservarán mejor debajo del asfalto. Vamos bien!. Machado le cantó a un olmo centenario, yo me conformo con glosar las virtudes de un viejo cedro.

Salvajada en el Rosari

Los responsables de la todopoderosa estación de esquí de Baqueira-Beret han cometido -con el presunto consentimiento de la autoridad administrativa y judicial- la mayor salvajada que puede cometerse contra el medio ambiente. El pasado 24 de diciembre, la entidad ecologista Ipcena denunció que unos empleados de la empresa habían colocado varias cargas explosivas en el más grande de los lagos del glaciar del Rosari, a más de 2.300 metros de altitud, para poder bombear agua hacia sus depósitos de captación. Es un escándalo que una empresa privada pueda atentar grave e impunemente contra un lago glaciar, el símbolo más genuino de la naturaleza, infringiendo todas las leyes de protección establecidas. Ha pasado casi un mes desde la denuncia sin que ninguna administración competente en la materia haya abierto la boca, lo que puede interpretarse como la aprobación y/o justificación de la tropelía cometida. Deduzco, pues, que estamos en un país tercermundista gobernado por instituciones folclóricas y bananeras que no merecen ser respetadas por los ciudadanos. Un país donde la delincuencia de cuello blanco tiene bula y donde la actuación de determinados órganos judiciales y administrativos está creando una alarma social insostenible.
A mi no me ha sorprendido lo ocurrido en Baqueira, pues no es la primera vez que en sus dominios se comete una agresión contra el ecosistema por simples intereses especulativos de la empresa. Nunca le ha pasado nada. Si alguien hubiera realizado voladuras en un lago helado para extraer agua de forma ilegal, como ha hecho Baqueira, habría sufrido el rigor de la ley y, posiblemente, habría acabado con sus huesos en la cárcel. Los ciudadanos no entendemos porqué Baqueira ha de recibir un trato de favor de las administraciones, que en este caso ni siquiera se han molestado en investigar lo ocurrido. ¿Podemos tener confianza en las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de la ley? Ninguna. Existen demasiados indicios para creer que la prepotencia que está demostrando Baqueira tiene mucho que ver con el amiguismo que se practica en la política española y catalana y, por supuesto, a la clase de clientes que pasan sus vacaciones de invierno en el complejo, entre ellos los miembros de la familia real, del Gobierno central y autonómico, industriales, financieros y demás chusma. Si no recuerdo mal, el Príncipe Felipe eligió los paradisíacos paisajes del valle de Aran para rodar el primer capítulo de la serie de televisión “España salvaje”. Creo que se equivocó de título. La serie debería haberse llamado “Los salvajes de España”, en honor a sus anfitriones de Baqueira. Si las más altas instancias del país bendicen la infracción cometida por un particular rico y poderoso, ¿qué fuerza moral tienen para obligar al resto de los españoles a respetar la legalidad y el medio ambiente?.
Desde la apertura de las pistas de esquí de Baqueira-Beret, hace más de 35 años, los ecologistas han denunciado numerosas actuaciones irregulares en sus dominios esquiables, sin que las autoridades competentes hayan puesto freno a tanta devastación. Las voladuras realizadas en el lago del Rosario son una clara demostración de que la política medioambiental de la Generalitat es contradictoria, fraudulenta y está al servicio de intereses particulares. Es evidente que Baqueira tenía mecanismos legales más convincentes que la Goma-2 para conseguir agua para sus cañones de nieve artificial, pero no los utilizó porque sabe que, haga la barbaridad que haga, no recibirá ningún reproche ni sanción. Ya que las administraciones no cumplen con su deber y la sociedad que explota las pistas de Baqueira no demuestra ningún interés por respetar el medio ambiente, lo único que se puede desear es que sea la propia naturaleza la que pase factura a tanta salvajada. Y si este año ha sido una ola de frío siberiano la que ha dejado sin agua al complejo, rogar para que en próximas temporadas la estación reciba como compensación una ola de calor sahariano. Es lo mínimo que se merecen!.

Àger-2

Paulino, el quiosquero de la Rambla de Ferràn que me nutre habitualmente de prensa, hace cada año el mismo gesto de incredulidad cuando llega el 1 de agosto y le digo que me guarde todos los diarios, por riguroso orden de publicación, hasta que vuelva de vacaciones. Seguramente no entiende que para mí ese proceder supone romper las cadenas que me atan con la rabiosa actualidad, con las noticias. Es como para un médico dejar de ver batas blancas y oler a cloroformo: una liberación necesaria para disfrutar realmente de las vacaciones. Sin diarios que leer y sin tele que tragar es como si en el mundo que hay más allá del entorno vital no pasara nada. Pero, inevitablemente, pasan cosas y en los diarios quedan impresos todas aquellas noticias que uno quiere ignorar temporalmente. Mi desembarco en el atractivo pueblo de Àger(sería más preciso si pusiera aterrizaje porque tal como está la carretera se llega más rápido y cómodo por el aire) ha coincidido con la noticia de que Cultura ha expedientado al Ayuntamiento por unos supuestos daños a los restos de la necrópolis paleocristina durante las obras de ampliación y asfaltado de un camino que conduce a la cima del Montsec. No conozco el alcance del deterioro sufrido por varias tumbas del yacimiento, pero en cualquier caso la intervención no debería quedar impune. En este caso es tan responsable el consistorio de Àger como el Departamento de Cultura por no proteger debidamente el recinto. Todo lo que signifique borrar las huellas del pasado o destruir el patrimonio cultural colectivo es una mala noticia para un pueblo con un pasado envidiable y con un futuro prometedor. El valle d’Àger es uno de los parajes más idílicos que podemos encontrar en nuestro prepirineo, a apenas 40 minutos de Lleida. Sus paisajes, presididos siempre por la majestuosa y misteriosa sierra del Montsec, sus pueblos, sus tradiciones, su clima y su historia constituyen una buena razón para adentrarse en un mundo de silencios, de sensaciones y de contrastes. No seré yo quien descubra los encantos naturales del valle d’Àger, pues más allá de las actividades lúdicas que pueden practicarse(excursiones, hípica, vuelo libre en ala delta o parapente, deportes náuticos, etc.) ofrece inmensas posibilidades turísticas y un valioso patrimonio cultural que debe divulgarse un poco más. Lo que hace falta ahora es que las propuestas del Consorci del Montsec Sostenible se materialicen y no ocurra como con otros proyectos impulsados por la Generalitat, que se los lleva el viento. Iniciativas como la del Observatori Astronòmic y el Centre d’Observació de l’Univers deben ser la piedra angular del desarrollo económico de una zona que hasta la fecha ha estado olvidada por las administraciones. La Generalitat anunció a finales del año pasado a bombo y platillo que invertirá en la zona alrededor de 5.600 millones de pesetas en los próximos cuatro años. ¿Habrá dinero para restaurar la Colegiata de Sant Pere? ¿No será otra fanfarronada de las muchas a que nos tiene acostumbrados el Gobierno Pujol? El tiempo lo dirá. Algunos lugareños me han suplicado que no hable mal de Àger pero que tampoco haga demasiada propaganda positiva del pueblo porque temen perder la tranquilidad. Si no la han perdido ya es porque las obras de mejora de la carretera desde Balaguer hasta la conexión con la vía del Doll, que deberían estar acabadas desde hace años, se pararon en Fontdepou. Es obvio que el futuro del valle está en el turismo, pero cuando llegue el momento habrá que arbitrar medidas para conseguir un turismo equilibrado y sostenible que frene el despoblamiento y mejore las condiciones de vida de sus gentes. No descubro nada si digo que Àger es un lugar fascinante e ideal para el descanso. Se respira aire puro, se come bien, se descansa mejor, las noches de luna llena hechizan, las salidas de sol son de una belleza inigualable y las aguas de sus fuentes rejuvenecen. Durante la pasada Festa Major escuché que un hombre mayor hacía el siguiente comentario a sus acompañantes: “Este pueblo es tan sano que tuvieron que matar a un forastero para estrenar el cementerio”. Me quedé de piedra.

Anielle existe

“Ainielle existe. En el año 1970, quedó completamente abandonado, pero sus casas aún resisten, pudriéndose en silencio, en medio del olvido y de la nieve, en las montañas del Pirineo de Huesca que llaman Sobrepuerto”. Con esta escueta descripción comienza “La lluvia amarilla”, un libro melancólico en el que el escritor Julio Llamazares relata una historia conmovedora sobre como fueron los últimos días de su último habitante. Es éste un libro que recomiendo a todos los que quieran solidarizarse con el injusto destino de los hombres y mujeres que han vivido y viven en zonas rurales, aislados del mundo y de la realidad por circunstancias no queridas de la vida. Quienes no hayan nacido y vivido en un pueblo pequeño, condenado a desaparecer o, como mínimo, a quedar despoblado en un corto plazo de tiempo, posiblemente no entenderán el verdadero motivo que me ha impulsado a escribir esta columna, mientras a escasa distancia de mi banco se juzgaba a un vecino de Voloriu que mató a tiros a su padre, uno de los crímenes más execrables que puede cometer el ser humano. No es fácil interpretar desde una visión urbana la dificultad de vivir en una aldea de montaña, ni entender el tremendo drama humano que hay detrás del melancólico ritual de cerrar la última casa de un pueblo. En España hay centenares de pueblos que, como Ainielle, se han quedado deshabitados en los últimos cincuenta años por falta de un futuro esperanzador para sus habitantes. Nuestro Pirineo está lleno de ejemplos de pueblos que no hace demasiado tiempo tuvieron un hilo de vida esplendorosa. Hoy, como Ainielle, son meras ruinas fantasmagóricas que apenas despiertan la compasión de nadie, aunque a veces se convierten en atractivo turístico, en refugio de personas socialmente desarraigadas -llamadas finamente neorurales o desheredadas del capitalismo salvaje- y en argumento de películas o de novelas de corte psicológico. También hay otros pueblos que se resisten a claudicar ante las inercias de los tiempos que corren gracias a esa figura insólita y fascinante conocida en unos casos como “el último habitante” y en otros como “el loco del lugar”. El libro de Llamazares no deja indiferente al lector cuando describe la soledad que siente el protagonista en los duros y largos inviernos después del suicidio, por desesperación, de su querida Sabina. O cuando recuerda a todos los vecinos y amigos que se han muerto o han emigrado a la ciudad huyendo de esa soledad que acaba desembocando en la locura. O cuando, sin apenas contacto con el mundo, se imagina qué pasará en el pueblo cuando el se muera, posiblemente atrapado dentro de su propia casa, y lleguen los curiosos para saquearlo, algo que no se sucederá mientras él siga vivo. Historias como las de este aldeano de Ainielle que se aferra a sus raíces abundan en nuestros pueblos y gracias a ellas muchos siguen en pie. “José, un hombre de los Pirineos”, es el título de otro libro en el que el etnógrafo oscense Severino Pallaruelo describe las vivencias de José Castillón, un hombre de 78 años que reside en su aldea natal, La Mula, con la única compañía de su hermana. A diferencia del último habitante de Ainielle, José vive desde hace 50 años la soledad con otro espíritu. No es huraño ni desconfiado con los visitantes, sino que tiene una gran personalidad y disfruta hablando con la gente que le visita ocasionalmente. Sus actividades habituales no le permiten aburrirse, ya que cuida 200 ovejas, 50 cabras, 80 colmenas, dos burras, perros, gatos, gallinas y cerdos. También trabaja un huerto, elabora conservas, corta leña para el fuego, repara la casa y fabrica cestos y cucharas. Podría decirse que José (a quien me imagino con boina, enjuto, muy ágil para su edad y fumador empedernido) lleva una vida íntimamente ligada a la naturaleza. Sólo la radio le mantiene informado de lo que ocurre en el mundo. Ainielle, La Mula y otros muchos casos que no conocemos son el resultado del progreso y de la falta de una política de equilibrio territorial. Por eso aplaudo, sin que sirve de precedente, el plan impulsado por la Generalitat para el desarrollo sostenible del Montsec. Espero que no sea tarde para muchos pueblos que están a punto de cerrar por falta de quorum.

Àrreu

El otoño, con su escala de colores perfectamente reflejada en los frondosos bosques pirenaicos, es la estación ideal para el psicoanálisis, para saber de dónde se viene y a hacia dónde se va. Yo sé perfectamente quién soy y de dónde vengo, pero lo que tengo cada vez menos claro es hacia dónde camino y de dónde quiero ser. Esto no es un juego de palabras, sino fruto de una reflexión personal que hice mientras caminaba por el empinado sendero que lleva desde el pueblo de Borén a la ermita de la Mare de Déu de les Neus d’Àrreu, en el Pallars Sobirà. El lamentable estado de conservación en que se encuentra este edificio de fervores pasados estimuló mi espíritu de contradicción y de oposición hacia todo poder establecido. Catalunya no podrá presumir nunca de ser un país moderno mientras tenga gobernantes que tratan con tanta frivolidad cuestiones tan importantes como la protección del medio ambiente y del patrimonio cultural. El Pirineo leridano está lleno de ejemplos evidentes de la desidia de la Administración, tantos que ya empiezo a cuestionarme si vale la pena ser contribuyente del sistema. Estas visiones apocalípticas de la realidad son las que a uno le hacen abdicar de muchas ideologías y avergonzarse de todas de las jerarquías opresoras de esta sociedad. No quiero ocultar que fui una de las 700 personas que participaron el pasado fin de semana en la marcha popular organizada por un centenar de entidades ecologistas y excursionistas en contra de la proyectada ampliación de Baqueira-Beret hacia el celestial valle d’Àrreu. Es penoso comprobar como algunos alcaldes de la zona, que aprovechan cualquier oportunidad para airear su mal entendido progresismo, han conseguido manipular las mentes y las voluntades de sus habitantes hasta conseguir silencios cómplices para la autodestrucción. A partir de ahora rezaré cada día a la Mare de Déu de les Neus para pedirle que no permita la destrucción de este precioso valle y castigue a los especuladores como se merecen. Doy una idea: ya que los alcaldes, los obispos y los políticos no están por la labor, propongo desde aquí reconstruir la ermita con aportaciones de los ecologistas y convertirla en un símbolo de la resistencia contra los depredadores del Pirineo. Para ello propongo que el portavoz de Ipcena, Joan Vázquez, organice una caminata cada quince días e inicie una colecta con el fin de dignificar el santuario antes de que el binomio capital(Catalana de Occidente) y poder(Generalitat) lleven a cabo uno de los primeros genocidios paisajísticos del siglo XXI. Con ello, los pallareses perderán lo único valioso que les queda. Qué equivocados están todos aquellos que piensan que con la invasión de Baqueira-Beret se acabarán sus problemas. Cuando los especulares hayan secado los ríos para fabricar nieve, talado los bosques y comprado sus casas, bordas y prados, ¿qué les quedará?. Nada. Acabo de leer de una sentada el libro “Jo no sóc de Barcelona”, siete visiones sobre la pugna Catalunya-Barcelona presuntamente escritas “de bon rotllo” por siete profesionales de la pluma afincados lejos de la capital del mambo. Pau Echauz, desde Ponent, y Albert Villaró, desde el Pirineu, han dibujado -no podía ser de otra manera- una realidad menos idílica de la relación entre la metrópolis centralista y el mundo rural. De toda la lectura guardo destaco algunas referencias críticas de Villaró referidas al territorio que le circunda. Así, al definir a los pririnencs, señala de forma casi premonitoria: “Hem deixat malmetre mig país, i seria il.lús dir que tota la brutícia que trobem escampada arreu la porten de fora(...) Sense un projecte clar de cap on volem anar, cada dia més materialistes y cobdiciosos, tenim la vista posada en un monocultiu turístic, guanys ràpids que potser acabaran algun dia en catàstrofe. Segurament ens mereixem tot el que ens passa i encara una moca més(...) Ens estem allunyant cada dia més del medi que ens envolta, oblidem el llegat que ens han transmès generacions i generacions. En només vint anys n’haurem perdut ja el llibre d’instruccions, sense cap possibilitat de recuperar-lo”. El mensaje de Villaró gana vigencia con todo lo que está pasando en nuestro Pirineo.

La merda de Pujol!

Pido disculpas de antemano al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, por el título que encabeza este artículo, que de ninguna manera pretende ser ofensivo hacía su persona ni hacia el digno cargo que representa. Sólo la coincidencia entre su ilustre apellido y el topónimo de un pequeño pueblo del Pallars Subirà al que fui a parar casi por casualidad en una de mis excursiones veraniegas, puede confundir al lector, sin que en este caso existan motivos para hacer lecturas malintencionadas. La fugaz visita a Pujol, en compañía del maestro y amigo Juanjo Rodellar, me produjo un impacto tan negativo que me hizo vomitar una sarta de imprecaciones y abandonar apresuradamente el lugar con una exclamación tan irreverente como la que figura al inicio de esta página. Cuando a primera hora de la mañana enfilé la carretera C-147, nada hacía presagiar que la gira por el Pirineo -que incluía una travesía por parajes cautivadores de diferentes valles y una suculenta comida en el restaurante Montseny de Espui(Vall Fosca)- sería recordada por una vivencia tan cochina; sobre todo, después de hacer una parada obligatoria en Gerri de la Sal, un pueblo que me trae buenos recuerdos profesionales. El viajero pudo comprobar que las obras de restauración de la colegiata románica de Santa Maria han avanzado desde mi anterior visita, aunque no al ritmo que sería deseable para devolver al antiguo monasterio benedictino el esplendor que tuvo en el pasado. Un vecino ha devuelto la silla del abad, que desde hace décadas tenía en su casa como un mueble más sin que nadie lo supiera. En el pueblo todos están convencidos de que si este conjunto monumental en ruinas estuviera en Barcelona o en sus proximidades ya haría tiempo que estaría rehabilitado, algo que yo también suscribo. A la salida de Gerri hay un desvío a la izquierda que lleva al valle de Corts, donde destacan pueblos tan atractivos como Peramea, Bretui, Balestui, Canals, Cortscastell, Montcortés de Pallars y, por supuesto, Pujol, todos ellos gravemente heridos de muerte por la despoblación. Sin embargo, reconforta ver como los antiguos vecinos de Bretui, Peramea(residencia del Conde de Pallars) o Montcortés(famoso por su estany de origen cárstico) reforman sus casas y aumentan las segundas residencias. Pero lo que ocurre en Pujol, donde sólo viven tres familias, no tiene nombre y merecería la rápida intervención de las autoridades sanitarias. Nada más aproximarse a las primeras casas del pueblo, un olor pestilente invita a dar media vuelta y dejar la visita para otra ocasión. Un corto recorrido sirve para comprobar el origen de tan repulsivo ambiente: las toneladas de excrementos procedentes de una granja de vacas que se desplazan inconteniblemente por la ladera de la montaña hacia uno de los barrancos que desembocan en el Noguera Pallaressa a la altura del desfiladero de Collegats. Nunca mis ojos habían visto una escena similar y eso que en asuntos de mierda incontrolada nunca se acaban las sorpresas. El Pirineo leridano, que aspira a vivir de la actividad turística, no puede permitir situaciones como las de Pujol, impropias de un país moderno. Invito al viajero presidente de la Generalitat a visitar de incógnito el paraje descrito y a comprobar como se incumple la normativa que prohibe construir granjas en el casco urbano. Es notorio que, además de los purines, gran cantidad de sustancias nocivas y tóxicas van a parar a los ríos y acuíferos sin que las autoridades controlen este tipo de vertidos incontrolados que tanto daño causan al medio ambiente. Ni las administraciones pueden ser tan permisivas ni los jueces tan benévolos con los infractores, archivando las diligencias a pesar de existir indicios concluyentes de culpabilidad. Sólo así se entiende que los propietarios de algunas explotaciones ganaderas estén haciendo lo que les dé la gana y que Lleida sea la demarcación catalana con más acuíferos contaminados por purines. Un informe señala que el 56 por ciento de las muestras tomadas por la Generalitat en 1999 en las comarcas con mayor cabaña porcina(Noguera, Segrià, Segarra, Urgell y Pla d’Urgell) supera el nivel de nitratos permitido(50 miligramos por litro). President, Catalunya no va bé!

La Vall Fosca

“D’aquí en diuen la Vall Fosca/perquè està molt enclotat;/quan a altres llocs el sol brilla/pels d’aquí ja s’ha amagat”. Así reza una de las estrofas del Romanço de la Vall Fosca escrito por Jaume Arnella. Hace treinta años tuve la enorme placer de descubrir este rincón de ensueño, bañado por el río Flamicell, a través de las postales de verano que Joan Romans Riera(e.p.d.) publicaba periódicamente en el desaparecido “Diario de Lérida”. Desde entonces el pequeño valle ha sufrido cambios significativos, como he podido comprobar en una visita reciente. La industria hidroeléctrica ha dejado huellas profundas en uno de los paisajes más vírgenes que existen: mucho cemento, poca agua en los riachuelos y una población autóctona sumamente envejecida. Unos cambios que, de momento, no están afectando a la sostenibilidad del territorio. Y si no ha sido así es básicamente porque todavía no ha sido atacado por ese virus inatacable que es el turismo de masas. Me refiero a la invasión de “pixapins” y “quemacos” procedentes de la Barcelona imperial. No crean que los primeros son los que se mean debajo del primer pino que encuentran y tiran las latas de refrescos a la cuneta de la carretera, sino aquellos que exclaman nada más iniciar una excursión por la montaña: “Estos de Lleida podrían tener asfaltado el camino!”. Los segundos son igual de peligrosos e indeseables. El amigo y catedrático de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra, Josep Maria Casasús, escribía hace unos días en “La Vanguardia” que “no hay otro lugar en el mundo donde se concentren tantos “quemacos” auténticos como en el Pallars Sobirà, según se sube a Baquèira, a mano derecha”. La descripción se completaba con la siguiente definición: “El “quemaco” es el catalán o catalana de ciudad que experimenta un honrado pasmo al contemplar un panorama sublime”. Y añadía Casasús: “Què maco! suelen exclamar en el breve trayecto que transcurre entre el coche que acaban de aparcar y el restaurante que un amigo les ha recomendado. El placer de asombrarse es muy breve. El “quemaco” genuino es un modelo típico de catalán de nuestra época”. A mí, la verdad, esta fauna dominguera me hace tan poca gracia que no me importaría que estuviera en peligro de extinción. Cuestiono que entiendan de valores subliminales quienes no saben respetar la naturaleza y temo que cuando estas aves rapaces del paisaje descubran la Vall Fosca la dejen triturada e irreconocible como han hecho en otros lugares. Hay proyectos turísticos en marcha, como la construcción de unas pistas de esquí en la montaña de Fluvià, que constituyen una seria amenaza para la integridad de uno de los parajes más vírgenes que quedan en nuestro Pirineo. Todos podemos estar de acuerdo en que los habitantes de la Vall Farrera necesitan alternativas para mejorar sus condiciones de vida, pero ese revulsivo económico, en un territorio que goza de un rico patrimonio natural, no debería depender nunca de la industria de la nieve. La Vall Fosca tiene unas posibilidades turísticas enormes que quedarán hipotecadas en el mismo momento que la Generalitat autorice la futura estación de esquí, las urbanizaciones y los complejos hoteleros que inevitablemente surgirán en su área de influencia. “El turista ho vol tot verge/per poder-lo embrutar./I un cop brut va a altres contrades/i a aquell lloc no hi vol tornar”, dice el Romanço de Arnella. Las administraciones deberían favorecer menos a los grupos especuladores y promover un paquete de iniciativas ligadas al turismo de calidad y respetuoso con el medio natural. Existen muchas fórmulas para beneficiar al territorio sin destruirlo. Sólo es cuestión de ponerle cariño e imaginación. Suscribo totalmente la postal del colega Pau Echauz titulada “Remontando el Flamicell”, donde resalta los numerosos atractivos de la Vall Fosca, como el teleférico, las montañas de más 3.000 metros de altura y las decenas de lagos que invitan al excursionismo, sin olvidar la gastronomía y la paz que se disfruta en pueblos como Cabdella, Aiguabella, Astell, la Torre de Cabdella, Espui, Pobellà o Gramenet. Cualquiera, parafraseando al místico, exclamaría: “¡Es imposible que en el mundo haya otra belleza igual!”. ¿Será siempre así?.

Àger

La vall d’Àger es uno de los parajes más idílicos que podemos encontrar en el prepirineo leridano. Sus paisajes, presididos siempre por la misteriosa sierra del Montsec, sus pueblos y su historia constituyen un buen motivo para perderse en un mundo de silencios, de sensaciones y de contrastes. Más allá de la aventura lúdica, de los fósiles o de los vuelos en ala delta, el valle es un lugar ideal para el descanso y una buena alternativa al turismo de alta montaña. Una de los mejores embajadores de esa tierra es, sin duda, Josep Maria Rexach, la persona con la que alterno esta página dominical. La semana pasada, cuando leí su artículo dedicado a las excelencias gastronómicas de Casa Mercè de Fontdepou, la boca se me hizo agua. Desde entonces sólo pienso en el día en que podré encontrar una excusa para visitar ese restaurante especializado en cocina casera, que es la que más gusta a todo el mundo. Estoy seguro de que en los encantadores pueblos del valle, como Àger, Corçà, Agulló, La Règola, Millà, Els Massos de Millà, Vilamajor, etc., habrá otros locales de similares características que prometo descubrir este otoño. En este país, comer caro es lo habitual en muchos restaurantes. Sin embargo, comer bien es un privilegio. Rexach (con lo poco que cuesta escribir bien tu apellido, eh Ritxi!) es un privilegiado al tener una residencia en Àger que él ha convertido en un rincón ideal para el reposo y para la inspiración literaria. Acaba de ganar el premio de ensayo Sant Miquel d’ Engolasters, que anualmente concede una entidad cultural andorrana, por un trabajo sobre el origen y evolución histórica de los aforismos. Sólo alguien como él, bohemio, soñador y anárquico, que tiene la posibilidad de replegarse interiormente en un lugar como Àger para pensar y crear, puede ser capaz de profundizar en una cuestión tan literaria como filosófica. Según el diccionario, el aforismo es una sentencia breve y doctrinal que se propone como máxima. Es algo más escatológico que el refrán. Me alegro por el premio que le han dado al colega, porque le permitirá seguir profundizando en los verdaderos aforismos de la vida. El otro día pasé por su librería “Barataria”, en la calle de Sant Ruf, para felicitarle y salí de allí con dos libros pagados a precio de coste y un tercero regalado, que curiosamente se titulaba “100 aforismos”, de Javier Pardo Camacho, de los cuales me he permitido la licencia de seleccionar el número 95 como homenaje a todos los que escriben sin pretensiones mundanas y de inmortalidad: “Si creas para que te quieran después de muerto, ya lo estás”. No hay nada que sea tan cierto como eso. Alguien se ha atrevido a decir que el mundo funciona con amor a pesar de estar hecho de aforismos. También es cierto que el mundo da muchas vueltas y que para triunfar sólo hay que saber aprovechar la vuelta buena. También en la vall d’Àger, donde junto a las cosas buenas se dan paradojas inconcebibles en un país moderno que está a punto de entrar en el siglo XXI. El otro día me explicaron que las doce casas habitadas de Los Massos de Millà, una pedanía que depende de Àger, todavía no tienen agua corriente. Y si no la tienen no es por falta de agua en sus fuentes, que abundan en el término municipal, sino por un capricho del alcalde de Àger, el convergente Martí Sentenach, que lleva ocho años incumpliendo la promesa de llevarles el agua. No puedo creer que a estas alturas, en plena era de las nuevas tecnologías, ocurran cosas así. Dejar a alguien sin ducha, sin lavadora, sin teléfono o sin luz es condenarle a vivir como en la Edad Media. Un alcalde que hace oídos sordos a las necesidades de sus vecinos y los discrimina no merece ocupar un cargo público. Además, las autoridades y los responsables del partido al que pertenece este alcalde deberían tomar cartas en el asunto para impedir que siga abusando de unos ciudadanos a los que está obligado a servir.

Agua

HISTORIAS DE AGUA
Desde hace muchos años tengo la sana costumbre de no beber agua del grifo si no es absolutamente necesario. Tengo una gran debilidad por las fuentes, es decir, por el agua en su estado más puro y natural. El sabor a cloro, a purines y a otras materias orgánicas me ocasiona una intranquilidad nauseabunda. El agua, evidentemente, es vida y por eso no me importa hacer una porrada de kilómetros para abastecerme de agua de boca. El pasado fin de semana, como suelo hacer varias veces al año, fui a buscar agua a un manantial que descubrí hace tiempo en la cara oeste del macizo del Turbón, muy cerca del pueblo oscense de Campo. El viaje en cuestión se ha convertido ya en un ritual relajante. Nadie puede imaginar el placer que siento al contemplar cómo brota el agua de la roca, cristalina y siempre gélida. Más que un espectáculo de la naturaleza, una fuente siempre es un milagro, un tesoro, el inicio de un ciclo vital...una esperanza. Disfruto llenando las garrafas porque sé que al llegar a casa no tendré que beber agua del grifo durante un tiempo. La de esta fuente del Turbón, cuyo nombre ignoro, es la predilecta, y no sólo por sus conocidas propiedades que se han ido transmitiendo de generación en generación, sino porque hace funcionar el “motor” como ninguna otra. Créanme, es un agua que crea adición. Cada vez que voy a buscar agua me lo tomo como una excursión, como un día de campo, predispuesto para disfrutar de los bellos paisajes de la ribera del Ésera, un río que ahora baja caudaloso debido a las últimas lluvias. En esos viajes es obligado también coger fuerzas en alguno de los buenos restaurantes que hay en el valle. Yo soy un cliente asiduo del Hotel del Ésera de Santaliestra, situado en la carretera que va de Graus a Benasque. El restaurante tiene delante un extenso parking y desde el comedor se puede vigilar que nadie te desvalije el coche. Desde hace más de dos años, Santaliestra está siendo noticia por su tenaz oposición contra el proyecto de construcción de un pantano en su término municipal. Un embalse que la Administración quiere construir en el cauce del Ésera para aumentar las dotaciones del Canal de Aragón y Catalunya, un derecho legítimo que tienen los regantes. La lucha de este pueblo, cuyos vecinos han impedido la entrada de las máquinas de la Confederación Hidrográfica del Ebro(CHE) y se han enfrentado a los cuerpos especiales de la Guardia Civil, me recuerda, con algunos matices, a la que se libró inútilmente en Tiurana durante mucho tiempo. A diferencia de la población leridana, Santaliestra no desaparecerá bajo las aguas del futuro pantano, a no ser que se reviente la presa. “Regante, lo que necesitas es amor. Pantano no”, reza una pintada a la entrada del pueblo. Los vecinos de Santaliestra y de los pueblos de la comarca no quieren el pantano porque dicen que la presa se construirá en una zona insegura desde el punto de vista geológico. La otra parte, los regantes, tienen derecho a disponer de más agua para regar, pero que nadie olvide que toda la gente que rechaza el pantano también tiene derecho a vivir segura, sin sobresaltos. Por eso los vecinos de Santaliestra exigen paralizar toda la maquinaria administrativa hasta que los estudios demuestren que la construcción de la presa no comportará ningún peligro. Según algunos estudios, en caso de producirse una catástrofe, Graus quedaría inundado en 26 minutos, Perarrúa en 8, Besians en 5 y Santaliestra en 1. Los vecinos aseguran que en la vida útil del pantano(en cualquier momento de los próximos 100 años) hay un 90 por ciento de probabilidades de que el agua arrase los pueblos situados aguas abajo de la presa. La cosa es seria y nadie puede jugar con los temores de la gente. Estoy a favor de éste y de cualquier otro pantano cuya construcción no distorsione la vida de los pueblos y pienso que este de Santaliestra, si finalmente se construye con todas las garantías de seguridad, comportará en el futuro mucha riqueza tanto a los pueblos que ahora lo rechazan como a las miles de familias de Huesca y Lleida que dependen del agua para regar sus cultivos. Los pantanos no siempre son sinónimo de muerte y destrucción. Son también vida.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Fiscalía acusa por el brote de València d'Àneu

Lluís Visa, Lleida.
La fiscalía de Lleida acusa al ex concejal de obras del Ayuntamiento de València d’Àneu(Pallars Sobirà), Jordi Farré, y a cuatro empresarios hosteleros del municipio de causar el brote de gastroenteritis que a finales del pasado mes de diciembre afectó a más del 65 % de la población. De todas las personas que resultaron intoxicadas, dos tuvieron que ser hospitalizadas y una de ellas, de 98 años, falleció a los pocos días por un paro cardíaco. En el momento de producirse la intoxicación, el consistorio de València d’Aneu, localidad que tiene alrededor de 130 vecinos, estaba gobernado por la socialista Montse Morén, que en mayo de 2006 sustituyó en el cargo al actual consejero de Agricultura, Joaquim Llena, también del PSC.
El Departamento de Salud determinó que la infección fue provocada por el germen Shigella tras consumir agua del grifo en malas condiciones de potabilidad. El origen de este germen se encontró en las aguas residuales de origen humano que, probablemente, contaminaron la red pública de abastecimiento a la población coincidiendo con una avería en el sistema de cloración, que según la versión del consistorio se heló debido a las bajas temperaturas de aquellas fechas.
La fiscalía ha denunciado ante el Juzgado de Tremp al ex edil Farré y a los responsables de tres establecimientos hoteleros(Els Avets, Les Ares y El Gerdar) por un presunto delito contra los recursos naturales y el medio ambiente. A estos últimos les acusa de no tener licencia ambiental y de verter aguas fecales directamente al río Bonaigua, de donde el consistorio captaba el agua de forma irregular para llenar los depósitos municipales. A Farré se le acusa también de un delito por lesiones imprudentes, ya que casi un centenar de personas padecieron los síntomas propios de la intoxicación, y de manipular el mecanismo de cloración del depósito municipal para ocultar las verdaderas causas del brote de gastroenteritis y atribuirlo a una avería.
La investigación judicial ordenada en su momento por la fiscalía para depurar posibles responsabilidades establece que, el 18 de diciembre de 2006, la brigada municipal de València d’Àneu realizó una captación adicional de aguas del río Bonaigua “sin contar con concesión o autorización administrativa para ello”. Según el fiscal, el consistorio venía realizando la misma operación periódicamente desde hacía 15 años durante los meses de julio y diciembre (cuando el consumo era mayor) con el fin de llenar los dos depósitos municipales, con una capacidad de 70.000 y 200.000 litros, respectivamente. El municipio tenía sólo autorización para captar agua del manantial Fontaigua, siendo ésta sólo apta para el consumo humano una vez clorada.
Entre los días 24 y 26 de diciembre de 2006, la mayoría de los vecinos de València d’Àneu empezaron a sentir síntomas de gastroenteritis, habiéndose encontrado el origen de la contaminación en la red de abastecimiento de agua a la población a causa de un germen procedente de heces humanas. La explicación que dio entonces el consistorio fue que las bajas temperaturas habían inutilizado el sistema de cloración.
Sin embargo, la investigación ha puesto de manifiesto que, “con la finalidad de ocultar el hecho”, el concejal de obras de la localidad, Jordi Farré y un vecino de la localidad que tiempo atrás trabajó para el Consejo Comarcal del Pallars Sobirà “se dirigieron al lugar en el que se encuentran los depósitos y manipularon el mecanismo de clorado a efectos de atribuir la culpa del brote de gastroenteritis a su mal funcionamiento”. El clorador dependía del ente comarcal y disponía de un servicio de atención inmediata las 24 horas del día, que en este caso no fue utilizado por Farré.
El fiscal destaca también que, el 26 de diciembre, el Ayuntamiento “conocía muy probablemente” que el brote de gastroenteritis tenía su origen en el agua corrupta con la que eran llenados los depósitos municipales y que a pesar de ello permitió seguir llenándolos con agua captada ilegalmente hasta el día 29 de diciembre, fecha en la que una inspectora sanitaria levantó acta de la infracción. Farré dijo ayer en declaraciones a TV3 que no se siente culpable de una operación que se viene haciendo desde hace 15 años.
La fiscalía no descarta la posibilidad de añadir a más personas a la lista de acusados si las nuevas diligencias que ordene practicar el juzgado de Tremp demuestran que los depósitos municipales se llenaban de forma fraudulenta desde hacía mucho tiempo. Entra éstas personas podrían figurar otros miembros del consistorio en los últimos cinco años, incluidos sus dos últimos alcaldes, los socialistas Joaquín Llena y Montse Morén. Cuando se produjo la intoxicación, las pasadas fiestas de Navidad, Llena ya no era alcalde, pero aún continuaba como concejal sin ninguna responsabilidad concreta en el consistorio.
Seis meses ha tardado la justicia en encontrar a los presuntos responsables de una intoxicación masiva que el Ayuntamiento de València d’Àneu trató de silenciar en todo momento. La ex alcaldesa llegó a acusar a sus conciudadanos de propagar falsedades y a algún medio de comunicación de verter mentiras por hacerse eco del malestar de los vecinos. El consistorio también negó información a los concejales de la oposición, de CiU. La ex concejal de este grupo, Imma Gallimó, felicitó ayer el trabajo hecho por la justicia, pero al mismo tiempo mostró su sorpresa por el hecho de que se acuse a las personas implicadas por un delito contra el medio ambiente y no por un delito contra la salud pública cuando hubo tantas personas afectadas.
DESPIECE
València d’Àneu es uno de los ocho núcleos de población que conforman el municipio de Alt Àneu. Situada a 1.086 metros de altitud, entre los ríos Bonaigua y Noguera Pallaresa y al pie de las primeras rampas de la carretera que conduce al puerto de la Bonaigua, un paso cerrado durante muchos días en invierno debido a la nieve, la localidad vive principalmente del turismo relacionado con la naturaleza. Las infraestructuras hoteleras y las nuevas urbanizaciones de segunda residencia se han multiplicado en los últimos 15 años.
La ampliación de los dominios esquiables de la estación de esquí de Baqueira-Beret hacia el norte de la comarca del Pallars Sobirà ha aumentado considerablemente las expectativas turísticas de esta zona del Pirineo de Lleida. Un territorio paradisíaco que en pocos años, coincidiendo con el paso por la alcaldía de Joaquím Llena, actual consejero de Agricultura del gobierno catalán, ha dejado su regusto bucólico para pasar a ser muy codiciado por la industria del esquí y del ladrillo. Llena ha sido uno de los principales aliados del modelo de crecimiento urbanístico que se está imponiendo en los valles d’Àneu. Contrario a la reintroducción del oso pardo y a la ampliación de los espacios naturales protegidos, Llena ha defendido siempre los proyectos de ampliación del complejo invernal aranés y la construcción de nuevas urbanizaciones arguyendo que el turismo llevará el progreso a una comarca deprimida y convertirá a sus vecinos en nuevos ricos.
En València d’Àneu, como ocurre en muchos pueblos de alta montaña, donde la naturaleza y el agua deberían ser su principal atractivo, uno de los problemas a los que se enfrentan los gobernantes es la falta de agua potable para abastecer las nuevas urbanizaciones que a menudo se levantan lejos de los núcleos de población. La situación que se vivió en esta localidad las pasadas navidades, a causa de un brote de gastroenteritis provocada por el desvío de aguas fecales a los depósitos municipales, contrasta con el desmedido interés demostrado por su consistorio para aprobar proyectos urbanísticos que en algunos casos implican quintuplicar la población en algunos núcleos en determinadas épocas del año, principalmente en invierno y en verano. Y todo ello sin tener en cuenta aspectos tan esenciales como la captación y la depuración de las aguas residuales. No deja de ser un contrasentido que desde la administración se promueva un turismo natural de cercanía y los visitantes tengan que beber agua contaminada.

La Franja de Ponent

Lluís Visa, Lleida.
La Franja es la denominación que se utiliza para referirse a un territorio de límites indefinidos que pertenece administrativamente a Aragón y que desde tiempos inmemoriales mantiene importantes vínculos comerciales, sociales, culturales y lingüísticos con la vecina Catalunya. Desde un punto de vista estrictamente lingüístico pertenecen a la Franja todos los pueblos aragoneses en los que la mayoría de la población habla cualquier variedad de la lengua catalana. La lengua es, pues, el elemento definitorio de una realidad cultural que no siempre ha encontrado la comprensión necesaria en la sociedad aragonesa.
Los núcleos de habla catalana se extienden a lo largo de los límites fronterizos con Catalunya de las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel y están distribuidos por varias comarcas: Ribagorça, Llitera, Baix Cinca, Terra Alta y Matarranya. El territorio resultante de esta configuración es una larga y estrecha porción de tierra de unos 225 kilómetros de longitud y entre 15 y 30 de anchura que se extiende desde los Pirineos hasta los Ports de Morella, con una superficie de unos 5.000 kilómetros cuadrados y una población aproximada de 70.000 habitantes, la mayoría de los cuales tiene el catalán como lengua propia. Su vida cotidiana se desarrolla alrededor de la agricultura y la ganadería, sus principales fuentes de riqueza.
Es la Franja un territorio que tiene como nexo común unas comunicaciones difíciles, unas condiciones geográficas diferentes y una extensa y rica diversidad cultural. Desde este punto de vista, la Franja puede considerarse como una realidad diferente del resto de Aragón, algo que no siempre ha sido comprendido por las clases dominantes y las instituciones políticas de esa comunidad. Por eso no es de extrañar que, a menudo, el término Franja encierre connotaciones negativas y sea motivo de controversias territoriales. En los últimos años han aparecido alrededor de esta cuestión diversos estudios en los que sociólogos, lingüistas y políticos aragoneses y catalanes no logran ponerse de acuerdo a la hora de los elementos definitorios de esa realidad. En el debate también han surgido voces que propugnan analizar con criterios antropológicos si la Franja es una realidad social o, por el contrario, es un término inventado por intelectuales y políticos de uno y otro lado.
A la pregunta ¿existe realmente la Franja? se ha dado respuesta desde diferentes visiones. Uno de los últimos trabajos sobre el tema, “Franja, frontera i llengua”, cuyos autores son el sociólogo Josep Ll. Espluga y la periodista Arantxa Capdevila, naturales de Alcampell(el pueblo natal del líder democristiano Josep Antoni Duran Lleida), aporta elementos muy valiosos para comprender los problemas de identidad que son comunes a las personas que viven en esa especie de tierra de nadie, erróneamente llamada Franja, en la que ni siquiera existe una conciencia individual o colectiva que les haga identificar con una comunidad determinada o con un hecho diferencial como la lengua, auténtico leiv motive de los teóricos de turno. Por fortuna, las diversas variedades de catalán que se hablan en la zona no constituye ningún peligro para mantener la cohesión social de un territorio que, por razones de vecindad y afinidad cultural, no quiere dejar de mirar hacia Catalunya. Para muchos, el hecho de hablar catalán es una forma más de reafirmar el sentimiento aragonesista de sus habitantes, entre quienes existe una verdadera conciencia de que la lengua es una riqueza cultural que se debe conservar y potenciar.
La incomprensión que existe en torno a la realidad lingüística de los pueblos de la Franja por parte de la sociedad y la administración aragonesa es el principal problema de una población que a veces se siente como un huérfano en su propia casa y que está obligada a hacer equilibrios para usar la lengua que más le conviene en cada momento. Por eso no resulta extraño que, de forma periódica, se manifieste un sentimiento secesionista en algunos pueblos que a la hora de recibir determinados servicios(sanidad, comercio, enseñanza, transporte, ocio, etc.) se sienten, sobre todo por cuestiones prácticas, más vinculados a Lleida que a Huesca. Cuando pueblos como Benavarri, Montanui, Sopeira, Areny, Bonansa, el Pont de Montanyana, Tolva y Viacamp han amenazado con solicitar su adscripción a Catalunya no han cometido ningún acto de rebeldía irresponsable. Simplemente lo han hecho para llamar la atención de los gobernantes aragoneses y reclamar más inversiones y mejores servicios en una zona olvidada, deprimida y castigada por la despoblación.
Es todavía hoy un hecho innegable que muchos pueblos de La Franja se sienten marginados e incomprendidos por cuestiones idiomáticas. Algunos equipos de fútbol de la Litera y del Baix Cinca se sienten mejor tratados en las competiciones de Catalunya que en las de Aragón. “Catalanes” y “polacos” son dos de los insultos que los deportistas están acostumbrados a soportar cuando visitan los campos de sus rivales, principalmente en el área de influencia de la capital, Zaragoza.
Hace 15 años, el ex alcalde socialista de Fraga, Francisco Beltrán, denunció en las Cortes aragonesas la marginación histórica a que ha sido sometida la Franja por razones lingüísticas. Con un lenguaje emotivo y llano, Beltrán consiguió un gran silencio en la sala y que los diputados permanecieran prácticamente sin respirar durante su intervención, en la que dijo que la Franja “no está totalmente integrada a Aragón ni lo estará hasta que no se acepte su modalidad lingüística, el catalán(...) Acabaremos con la Franja cuando(Aragón)comprenda que el catalán pertenece también a su patrimonio(...) Somos aragoneses de conciencia, no de sentimiento, porque existe una conciencia muy sentida de que Aragón no nos quiere, nos rechaza porque hablamos catalán(...) Durante la dictadura, a Huesca sólo íbamos a pagar los impuestos o a la cárcel. Nos hemos tenido que entender con Catalunya para poder subsistir”.
Pese a ello, en la Franja, el catalán es casi la única lengua usada en las comunicaciones orales informales y se continúa transmitiendo de padres a hijos. En cambio, en la comunicación escrita y a nivel oficial es el castellano el que predomina en todos los ámbitos. A menudo se dice que la Franja es la zona de la comunidad lingüística catalana que tiene la mayor proporción de catalano-hablantes y el menor índice de personas que lo escriben. Sin embargo, esa realidad no es un obstáculo para que el catalán se enseñe en las escuelas de una veintena de municipios aragoneses como asignatura optativa, se publiquen algunas revistas en esta lengua y exista una incipiente literatura en catalán. La recepción de TV3 puede ser el mejor elemento normalizador.
La histórica declaración de Mequinensa, del 1 de febrero de 1984, fue el primer intento serio de acabar con la precariedad del catalán en la zona. “Asumimos la relevancia histórica que tiene este primer encuentro de alcaldes y concejales de la zona catalanoparlante de Aragón. Reconocemos que, en nuestra comunidad aragonesa, se habla varias lenguas y que el catalán que se habla en la zona oriental pertenece al patrimonio cultural de Aragón. Rechazamos las denominaciones despectivas de “chapurreau” y otras semejantes que todavía se aplican a nuestra lengua materna”, señalaba el manifiesto firmado por un grupo de alcaldes socialistas preocupados por la situación del catalán en la Franja.
Los alcaldes de Areny, Benavarri, Bonansa, Montanui, Pont de Montanyana, Tolba, Saidí, Fraga, Torrent de Cinca, Mequinensa, Faió, Nonasp, Fabara, Calaceit, Vall-deroures, La Codonyera y Valljunquera, y una delegación de la Diputación General de Aragón, presidida por el entonces consejero de Cultura, José Bada, se reunieron para reivindicar la normalización de la enseñanza del catalán en la zona catalano-parlante, y tomar medidas para que las diferentes variantes lingüísticas locales no quedaran arrinconadas como lenguas residuales. Ese día, el uso de la palabra catalán provocó problemas a la hora de redactar el manifiesto. Desde entonces, excepto en el ámbito escolar, los logros no han sido significativos y el castellano va ganando terreno. De nada han servido las campañas organizadas por entidades como el Institut d’Estudis del Baix Cinca, la Associació dels Consells Locals de la Franja y la Associació Cultural del Matarraña para conseguir la cooficialidad del catalán. Muchos niños de la Franja hablan en catalán en casa y en la calle, pero los plenos municipales y las misas se siguen celebrando en castellano.
El nombramiento del ex alcalde de Bonansa, el socialista Marcelino Iglesias, como presidente de la Diputación General de Aragón, augura nuevas perspectivas para la Franja, no sólo en lo que se refiere a una mejor atención por parte de la administración aragonesa, lo cual se traducirá en más inversiones para mejorar servicios e infraestructuras, sino también para el catalán, la lengua que él utiliza habitualmente fuera de los despachos. Iglesias, gran conocedor de la realidad de la zona, anunció nada más tomar posesión del cargo que su gobierno redactará en esta legislatura una ley de lenguas -frenada por el anterior ejecutivo del PP- para garantizar la cooficialidad de todas las lenguas que se hablan en la comunidad.
El presidente aragonés quiere dar prioridad durante su mandato a mejorar las relaciones institucionales con Catalunya, donde actualmente viven unos 500.000 aragoneses. Unas relaciones que se han deteriorado después de la reclamación de las obras de arte pertenecientes a las 111 parroquias aragonesas que hace dos años se segregaron de la diócesis de Lleida. Iglesias es partidario de resolver el conflicto por la vía del diálogo.
Iglesias considera que en temas de enseñanza, sanidad y protección civil no deben ponerse en la Franja fronteras físicas ni administrativas. Una gran parte de los habitantes compran y reciben asistencia sanitaria en hospitales de Lleida, ciudad con la que las comunicaciones por carretera son más cómodas y cortas. Por primera vez se intentará negociar con la Generalitat de Catalunya un convenio para que los habitantes de la zona puedan elegir libremente en qué comunidad desean recibir asistencia sanitaria. Lo mismo ocurre en el campo de la educación: los jóvenes van a universidades catalanas y no a la de Zaragoza, básicamente porque para sus familias supone un ahorro de 1’5 millones por curso.
En la Franja ya se ha empezado a percibir un cambio de sensibilidad en la forma de gobernar desde Zaragoza. Miquel Gracia, alcalde de Areny y diputado oscense, señala que el nuevo estilo de Iglesias se está notando a la hora de abordar los temas más sensibles, como son la lengua, la sanidad y las infraestructuras. Explica que, por primera vez, se ha concretado un entendimiento con Catalunya para resolver el problema escolar en los pueblos fronterizos, de forma que la administración aragonesa se encarga del transporte de los niños de la zona catalana y la Generalitat paga el comedor a los escolares aragoneses.
Otro de los problemas endémicos de la Franja es el de las comunicaciones. Las carreteras son malas y cualquier recorrido, por corte que sea, se convierte en una odisea. “El tramo aragonés de la N-230, entre el pantano de Escales y El Pont de Suert, está en malas condiciones porque los anteriores gobiernos no quisieron invertir en la mejora de la vía porque pensaban que sólo beneficiaba al turismo catalán, cuando la realidad es que los grandes perjudicados son todos los vecinos de la zona. Esa concepción centralista se está acabando”, señala Gracia. Iglesias también quiere desencallar las obras del Eje Pirenaico y la nueva carretera entre Fraga y Monzón.

Joaquim Llena (perfil)

Lluís Visa, Lleida.
El consejero de Agricultura Joaquim Llena (Barcelona, 1959) se estrenó en el cargo hace algo más de cien días con la etiqueta de ser una de las caras más desconocidas del actual gobierno que preside el socialista José Montilla. Sin embargo, la discreción que parecía acompañarle hasta la fecha se ha visto perturbada al salir a la luz pública diversas informaciones periodísticas en las que se le atribuyen operaciones urbanísticas presuntamente irregulares que datan de su etapa –entre 1995 y mayo de 2006- como alcalde del municipio de Alt Àneu, en la comarca leridana del Pallars Sobirà.
Quim, como es conocido al consejero en los ambientes más cercanos, parece haberse metido en un buen lío, pero no por motivos inherentes a su cometido como máximo responsable del campo catalán, sino por haber propiciado la expansión urbanística de la estación de esquí de Baqueira Beret en su municipio –esta empresa proyecta construir 379 viviendas de segunda residencia en el pequeño núcleo de Sorpe- y por sus intereses particulares en el negocio inmobiliario.
El protagonismo adquirido en los últimos días por el titular de Agricultura puede lacrar una carrera política fulgurante, iniciada en 1995 como alcalde de Alt Àneu, y que ha discurrido paralela al proceso de desembarco en la comarca de Baqueira-Beret, la estación de esquí más importante de España. Alt Àneu es un municipio formado por ocho pequeños núcleos de población distribuidos entre los tranquilos valles bañados por los ríos Noguera Pallaressa y Bonaigua. Un territorio paradisíaco y muy codiciado desde hace diez años por la industria del esquí y del ladrillo.
Llena ha sido uno de los aliados del modelo de crecimiento urbanístico insostenible que se está imponiendo en los valles d’Àneu. Desde que Baqueira lanzó sus tentáculos hacia el norte de la vecina comarca del Pallars Sobirà para descongestionar sus accesos por el valle de Aran, Llena ha mantenido siempre la teoría de que “crecer mucho es malo, pero no hacerlo es peor”. Y del mismo modo que se opuso a la reintroducción del oso pardo en las montañas pirenaicas o a la inclusión del valle d’Àrreu en la red Natura 2000, el ahora consejero defendió con vehemencia la ampliación de los dominios esquiables de Baqueira arguyendo que el turismo del esquí llevaría el progreso a la deprimida comarca y convertiría a sus vecinos en nuevos ricos.
Llena es licenciado en Filosofía y Letras, en la especialidad de psicología, y en Medicina, en la rama de reumatología. Antes de dedicarse a la política ejerció como médico en diferentes hospitales de la provincia de Barcelona y en el Pallars, donde su familia regentaba un negocio de hostelería en el mismo solar donde hoy pretende construir 48 apartamentos de lujo. Accedió a la alcaldía de Alt Àneu bajo las siglas de Unió Progressista del Pallars y en coalición con el PSC, partido al que se afilió en 1997. A partir de entonces inició su escalada meteórica en el partido, de manera que en 1999 ya era diputado autonómico y primer secretario de los socialistas leridanos, dos plataformas desde las que siguió defendiendo la ampliación de Baqueira auspiciada por CiU cuando gobernaba la Generalitat.
La verdad es que no le costó demasiado hacerse con las riendas del PSC de Lleida, porque el ex presidente Pasqual Maragall apostó por él para renovar una formación fosilizada que se moví por rutina. Lo primero que hizo fue desactivar las dos corrientes dominantes en aquel momento, lideradas por quienes fueron sus padrinos políticos, Antoni Siurana y Ramon Vilalta, ex alcalde de Lleida y primer secretario de los socialistas leridanos, respectivamente. En 1999 obtuvo el acta de diputado autonómico, que conservó hasta que fue nombrado consejero de Agricultura. También es miembro de la ejecutiva nacional del PSC.
Su liderazgo es indiscutible en apariencia, pero también es cierto que lo ha conseguido a costa de desactivar el siuranismo y de dejar por el camino a muchos damnificados y descontentos, principalmente en el sector histórico y en la montaña. Su principal apoyo en el partido es Mónica Lafuente, secretaria de organización y responsable del gabinete del Departamento de Agricultura. Desde el primer momento, su personal estilo de gestionar el partido no caló entre las bases. En un consejo de federación celebrado en el verano de 2004, calificó de “cafrada” y “ganas de tocar lo que no suena” la insistencia de un grupo de militantes a debatir el informe sobre las finanzas del partido y a continuación amenazó con expulsar a los críticos.
En el partido hay un sector latente que valora negativamente su gestión política. El PSC de Lleida ha perdido peso parlamentario, pues ha pasado de 5 a 3 diputados y lo mismo ocurre en el ámbito local. En las últimas elecciones municipales, los socialistas perdieron alcaldías históricas del Pirineo, entre ellas La Seu d’Urgell, Tremp, La Pobla de Segur y El Pont de Suert.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Lleida restaura trenes históricos

Lluís Visa, Lleida.
La Asociación para la Reconstrucción de Material Ferroviario de Lleida(ARMF) está enfrascada desde hace unas semanas en una emocionante y compleja misión: restaurar una locomotora de vapor que ha estado cuatro décadas abandonada en las cercanías de Angers, al noroeste de Francia, y dejarla en condiciones de volver a funcionar como si el tiempo no hubiera transcurrido. Si no surgen contratiempos, la máquina podría estar de nuevo sobre las vías en un plazo de seis meses para realizar posiblemente recorridos turísticos en algún lugar de España.
La tarea no será nada fácil porque la locomotora, de diseño inglés, ha llegado en muy mal estado y precisará de una reparación integral que abarcará sus partes principales, como la caldera, el motor y la chapa. “Tras haber permanecido casi 40 años a la intemperie y sin funcionar, ha llegado prácticamente deshecha, pero creemos que podremos con ella”, afirman Oscar Urgellés y Manel Ramos, dos de los técnicos que dirigen los trabajos.
La recuperación de la vieja Manning Wardle & Co, construida en Leeds en 1914 y vendida en su día a Francia, constituye un reto. Se trata de un modelo de locomotora ténder de tres ejes acoplados y aptos para diversos usos. Por primera vez, una pieza singular perteneciente a nuestro patrimonio ferroviario ha retornado a España gracias a las gestiones realizadas por el Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril Español, que con esta decisión introduce un cambio de tendencia en cuanto a sensibilidad cultural. Durante décadas, numerosas locomotoras de vapor y otras piezas de nuestro patrimonio ferroviario fueron adquiridas por otros países, donde acabaron siendo exhibidas como preciadas piezas de museo.
La locomotora llegó a España para prestar sus servicios en la construcción de la línea del ferrocarril entre Santander y el Mediterráneo. Acabados aquellos trabajos, fue adquirida por una factoría azucarera de Venta de Baños (Palencia), donde se bautizó como Azucarera de Castilla Nº 1, y en cuyas instalaciones pasó a prestar prolongados servicios a lo largo de varias décadas en el arrastre de trenes de mercancías. En otro momento de su vida, la máquina también participó en la construcción del puerto de Buenos Aires. Pero tras quedar apartada del servicio y ser vendida a un chatarrero, fue adquirida por una sociedad francesa que la trasladó al vecino país.
Llegó a Lleida a mediados de mayo después de recorrer más de 1.000 kilómetros a bordo de un camión góndola especial. Una entidad privada ha encargado a la ARMF su restauración para remolcar un tren turístico. El presupuesto de los trabajos de reparación rondará los 180.000 euros. Los técnicos hicieron una primera inspección sobre su estado y el diagnóstico no fue bueno. La chapa esta muy deteriorada y posiblemente tendrá que ser sustituida en su totalidad. En cambio, el motor está en mejor estado. La máquina tendrá que ser desmontada pieza a pieza y rehecha de nuevo con las partes aprovechables. Otros elementos tendrán que fabricarse de forma artesanal y las calderas serán enviadas a Alemania, el único lugar donde hay talleres de reparación porque en ese país funcionan 300 máquinas de vapor que realizan itinerarios turísticos. En España sólo hay cinco y tres de ellas han sido restauradas en Lleida.
La ARMF es una entidad sin ánimo de lucro, formada por un grupo de amigos que tienen en común su afición por los trenes, que tiene como finalidad la recuperación de vehículos ferroviarios que por sus características o construcción se han convertido en piezas históricas de primera clase. Desde su fundación, en 1996, la asociación ha desarrollado numerosos proyectos técnicos que han permitido reparar seis locomotoras de vapor, tres de motor diesel y varios vagones, así como realizar trabajos para terceros ya que cuenta con el único taller de España especializado en estos menesteres.
En la actualidad, tiene en sus instalaciones para reparar cuatro locomotoras de vapor, todas ellas auténticas piezas de museo. La más espectacular es una máquina de 1.930, propiedad de la asociación, que pesa 190 toneladas y mide 28’5 metros de longitud, lo que la convierte en la más larga de Europa. Una semana antes de llegar la Manning Wardle & Co entró en el taller una Covillet belga construida en 1898, que también será restaurada. La asociación también adquirió el vagón del tren en el que en 1948 regresó del exilio el Rey Juan Carlos. El coche, una reliquia que conserva su lujoso aspecto original, fue construido en Inglaterra en 1928. Su restauración costó 90.000 euros.
La asociación, que opera en unos talleres situados en unas instalaciones que Renfe tiene en el Pla de Vilanoveta, en las afueras de Lleida, está curtida en este tipo de trabajos. Uno de sus últimos encargos fue la restauración de una máquina de tren a vapor de Renfe, modelo Baldwin, construida en 1928 y utilizada en el rodaje de películas de cine como Doctor Zhibago, Reds, Indiana Jones y la última cruzada y El bueno, el feo y el malo. Con esa máquina de película viajaron personajes míticos del cine como Omar Shariff, Geraldine Chaplin y Clint Easwood. Una vez restaurada, la locomotora regresó a Guadix para convertirse en un tren turístico en la zona minera de Sierra Nevada, pero al parecer nunca ha realizado ese servicio, sino que ha permanecido olvidada en un almacén. El ayuntamiento granadino y la Diputación Provincial pagaron 43 millones por su restauración.

Turismo ornitológico


20-7-07
Lluis Visa, Lleida.
Observar aves en su hábitat natural se ha convertido en una nueva actividad de turismo estrechamente relacionado con la naturaleza. Algunos operadores y empresas del sector ya ofrecen en sus programas de viajes el turismo ornitológico como una alternativa a otras formas de ocio tradicionales. Catalunya, donde hay 400 especies de pájaros, quiere convertirse en un destino privilegiado de esta modalidad incipiente aún en España, pero que desde hace años cuenta en Europa, América y Asia con miles de seguidores dispuestos a recorrer los kilómetros que haga falta para observar un pájaro “esté donde esté y cueste lo que cueste”.
En el Reino Unido hay más de un millón de aficionados al turismo ornitológico o birding. En Estados Unidos, cuatro millones. La filosofía de esta actividad se basa en la observación de un ave allí donde se encuentre, sin importar distancias, lugares y dificultades. El perfil de un turista ornitológico es el de una persona de mediana edad o jubilada, con un alto poder adquisitivo y con formación que se caracteriza por no ser agresivo al medio. Se limita a observar a los pájaros, no siempre a la distancia que desearía, sin llegar a tocarlos. Lo que les une a todos ellos es que son madrugadores y buenos degustadores de la gastronomía de la zona que visitan. Además, suelen ir bien equipados con prismáticos y telescopios terrestres.
En la localidad leridana de Seròs, sede de la única oficina especializada en turismo ornitológico que hay en España, se ha celebrado del 19 al 22 de julio el primer congreso de turismo ornitológico, que ha reunido a más de un centenar de participantes, entre ellos expertos de toda España y de diversos países europeos, así como representantes de la administración, profesores de turismo y empresarios dedicados a esta modalidad turística.
Guillem Chacón, director de la Oficina Catalana de Turismo Ornitológico y responsable del congreso, señala que uno de los objetivos de las jornadas ha sido intercambiar experiencias con expertos de otros países y ampliar conocimientos sobre la materia “para poder aumentar el nivel y el prestigio del turismo ornitológico en Catalunya”.
Chacón asegura que este congreso servirá para reflexionar y debatir sobre las consecuencias que el turismo ornitológico puede tener en el desarrollo de las poblaciones rurales, la gestión de los espacios naturales, la conservación de las especies y los escenarios que se derivarán en los próximos años sobre esta modalidad turística. “La mayoría de los visitantes que llegan a Catalunya para la observación de pájaros proceden de los países escandinavos, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. Además, cada vez hay más turistas japoneses que aprovechan sus viajes de negocios para observar aves”, añade Chacón.
De las 8.600 especies de pájaros conocidas en todo el mundo, en Catalunya están presentes unas 400, de las cuales el 80 % se pueden localizar en la provincia de Lleida, algunas de forma exclusiva como es el Sisó, la Perdiz Blanca y el Quebrantahuesos, entre otras.
Por su situación geográfica, entre Europa y Africa, Catalunya es un territorio privilegiado para la observación de aves en sus recorridos migratorios. Si un aficionado europeo quiere ver especies mediterráneas o esteparias necesariamente ha de viajar a Catalunya, donde podrá disfrutar de rutas ornitológicas en diferentes espacios naturales como el Delta de l’Ebre(Montsià), los secanos de la plana, el pantano de Utxesa, el estany de Ivars d’Urgell, la confluencia de los ríos Ebro, Segre y Cinca o los Aiguamolls de l’Empordà. En el Pirineo podrá ver la perdiz blanca y el urogallo; en la estribación del Montsec, el quebrantahuesos, el treparriscos, el roquero solitario y el roquero rojo; desde el Pirineo hasta la costa; en los humedales del sur de la provincia de Lleida, la garcilla cangrejera, la garza imperial, el avión roquero, y en el Delta de l’Ebre, el flamenco y la gaviota de Adouin.
La principal ventaja de esta modalidad de turismo naturalista es que no es una actividad estacional, sino que puede practicarse en cualquier época del año y en lugares donde hasta ahora no era un destino turístico. Además, la ornitología se ha convertido en una actividad económica complementaria para las comarcas de interior durante todo el año. El observador de aves es un turista que huye de las grandes ciudades en busca de ambientes rurales y naturales.
Muchas casas de turismo rural ya se han especializado en este tipo de actividad y tienen sus plazas reservadas con un año de antelación. Las mejores épocas para la observación de aves son la primavera y el otoño, aunque con el cambio climático siempre hay lugar para las sorpresas. El próximo año, la Oficina Catalana de Turismo Ornitológico de Seròs organizará unas jornadas de turismo de fauna y flora dedicadas a la observación de mariposas, otra actividad que también cuenta con numerosos aficionados en Catalunya.
(El autor de la foto es Carles Santana)